domingo, 8 de diciembre de 2013

Edificar un matrimonio feliz a traves de la humildad y el perdon


Edificar un matrimonio feliz a través de la humildad y el perdón
Los matrimonios más felices se basan en tres principios importantes: la humildad, el arrepentimiento y el perdón. En este artículo te damos diez sugerencias para incorporar estos principios en tu matrimonio.

Hay un dicho en el matrimonio: los primeros 50 años son los más duros. Todas las parejas tienen desacuerdos y desafíos. Cada cónyuge comete errores. Sin embargo, hay principios que, cuando se ponen en práctica, pueden ayudar a construir y fortalecer cualquier matrimonio.

Lo primero es reconocer que la única persona a la que puedes cambiar, es a ti mismo. Con fe, esfuerzo y la ayuda de Dios, cualquier persona puede experimentar un cambio en su corazón, actitud e incluso hábitos. He aquí 10 sugerencias sobre cómo incorporar estos principios en tu matrimonio.
  1. Mantén a Dios como el número uno. En la medida en que ambos cónyuges se esfuercen en seguir los mandamientos de Dios, se mantendrán unidos. Mantenerlo a Él a la cabeza del matrimonio ayudará a conservar las prioridades correctas en la vida.
  2. Realiza un honesto autoexamen con regularidad. Todos deberíamos analizarnos de vez en cuando a nosotros mismos y prestar atención a las fallas o malos hábitos que puedan ser perjudiciales para nuestra relación matrimonial. Siempre se puede intentar pedir al cónyuge una breve lista de estos defectos, pero lo más probable es que tu pareja ya te haya dado en el pasado algunas pistas no tan sutiles. Escuchar con un corazón honesto y humilde, es lo que en verdad nos ayuda a vernos como en realidad somos.
  3. Adopta con rapidez las medidas necesarias para arrepentirte. El arrepentimiento es algo más que una profunda tristeza, o sentir pesar por algo. Significa alejarse completamente de lo que es perjudicial, o malo y dedicarse a la modificación de ese defecto. Los cónyuges que sinceramente se esfuercen por cambiar, establecerán un maravilloso impulso de renovación, armonía y paz en sus relaciones.
  4. Comprométete a perdonar. Tu cónyuge puede hacer cosas que son hirientes, pero ten en cuenta a la persona entera, no solo la acción que hace daño. Recuerda los rasgos de la personalidad que te gustan de él, que admiras y aprecias. Sé sensible y ten compasión por tu pareja. Entender la razón detrás de un acto que hace daño, es la mitad de la batalla ganada. Recuerda: el perdón no es justificar o decir que una acción estuvo bien, solo significa que el dolor ya no va a tener el control sobre ti. Con el perdón sincero tú y tu cónyuge estarán en mejores condiciones para seguir adelante.
  5. Aférrate al perdón. No te desanimes con residuos emocionales. Un recuerdo doloroso no elimina todo el trabajo difícil que un cónyuge ha puesto para recibir el perdón. Tómate un momento para revisar el proceso de perdón de nuevo y recordar no solo por qué tú perdonaste, sino también la paz que sentiste al tomar la decisión.
  6. Confía en Dios: Es gracias al sacrificio del Cristo por nosotros que el perdón es posible. Confía en que, como nosotros perdonamos, Dios va a hacer que de alguna manera las cosas marchen bien. Él también te dará la fuerza cuando parezca imposible perdonar por tu cuenta.
  7. Realmente escucha para entender y no como una forma de reivindicación. Un cónyuge humilde reconoce que ambos puntos de vista tienen valor y que la relación matrimonial es más importante que tener la razón.
  8. Trata a tu pareja con mansedumbre. Marido y mujer tienen el deber de trabajar para lograr un matrimonio armonioso. No le hables a tu cónyuge en un tono degradante. Conserva solo palabras suaves en la relación. Al trabajar en la humildad y en la mansedumbre permitiremos que florezcan la confianza y el perdón.
  9. Coloca a tu cónyuge primero en cada decisión. Ten siempre presente las consecuencias de cada decisión y acto en el matrimonio. Los cónyuges son compañeros y deberían tratarse el uno al otro como mejor amigo. Analicen las grandes decisiones y estén abiertos a aconsejar y consultarse hasta en las más pequeñas.
  10. Trata de ayudar y fortalecer a tu pareja. Nunca, jamás destruyas a tu esposa, no importa cuán enojado o acalorado estés. Eleva el carácter y la reputación de tu pareja cuando hables de ella con los demás. Nunca te quejes de tu cónyuge con tus amigos. Si hay un problema en la relación, trabaja con tu pareja para arreglarlo. Si se necesita consejeros externos, vayan a un consejero espiritual o profesional.
Un buen matrimonio no es algo que solo sucede: cuesta trabajo. Pero cualquier cantidad de tiempo y esfuerzo en una relación es tan importante como la misma pareja y vale más que la pena. La aplicación de estos principios ayudará a construir un matrimonio fuerte y gratificante.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Mi Primer Aniversario de Boda

WoW estoy escribiendo esto y no lo creo, es como si fue ayer que Flordelis y yo estábamos hablando de como seria nuestra boda y como seria la vida de casado.

En estos 365 días de matrimonio consagrado por Dios lo único que mi esposa y yo hemos vivido son bendiciones  días tras días. Con tan solo 7 meses de casados y ya teníamos una casa, algunas de las cosas domesticas necesarias que no teníamos al principio  y ya Podíamos ahorrar, antes de lo planeado es decir, Dios es Fiel y lo que promete lo cumple.

Muchas personas me decían pero tu eres loco tan joven casarte por la iglesia eso no es una papa, yo les decía por eso  me quiero casar. Lo que yo estoy asiendo es lo que el señor me pide como hombre y a Flordelis como mujer. “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” (Efesios 5:31) Es decir si la palabra dice que el hombre se unirá a la mujer y serán una carne como es que si somos una sola carne estaremos pensando en un día no estar juntos.

Te amo mi Reina 

Gracias por ser la mujer más luchadora y temerosa del padre.



lunes, 9 de septiembre de 2013

¿Tienes fe para repartir?

¿Tienes fe para repartir, es decir, tienes tanta abundancia que te sobra, y, por consiguiente, puedes dar a otros esa fe, esa visión de la vida, ese amor a Dios que tú tienes? ¿O es una fe que apenas te alcanza?

Como cuando uno va a comprar en el mercado, y se le antoja llevarse muchas cosas; pero, a la hora de sacar la cartera, se da cuenta de que no le alcanza, y empieza a dejar un objeto aquí, y luego otro, y luego otro, y se lleva solamente unas cuantas cosas porque no le alcanza el dinero. 

¿Eres tú de ésos? ¿De los que son católicos a ratos? Quizás el domingo un momento. Quizás en algún evento especial de la vida. Pero luego hay horas, días y meses en que parece que ya no crees. Parece que no tienes un fuerte sostén espiritual. Parece que andas sin brújula en la vida. 

Se necesita hoy gente que esté llena, llena de esa fe, llena de ese amor, llena de esperanza para repartir; porque hay más pobres, más mendigos del espíritu que mendigos de un pedazo de pan. Hay mucha hambre de fe, mucha hambre de Dios, y se requiere gente que la tenga en abundancia para re-partirla.



Cuando el nivel de fe baja en el mundo, sube el nivel de la desesperación. 
¿Por qué habrá hoy tantos desesperados?


Autor: P Mariano de Blas

domingo, 8 de septiembre de 2013

Si quieres puedes curarme

Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma si tienes fe.

Si quieres puedes curarme.

Esta breve y sincera oración quería decir muchas cosas a Jesús: "¿Qué te cuesta, qué le cuesta a quien ha creado un mundo de la nada curar un cuerpo enfermo?"

Hoy te presentas ante Él con el cuerpo y el alma enfermos: Eres la impotencia suplicante de rodillas ante el que lo puede todo. Si quieres... ¿Querrás? ¿Tendrás que pensar mucho si devuelves la salud a un desgraciado? ¿Puede tu amor resistir que un alma salida de tus manos en un gesto de amor, se pierda para siempre? ¿Querrás? ¿Puedes curarme?

Más que decírselo a Él, que lo sabe muy bien, debes decirlo y gritarlo a ti mismo, para estar cada vez más seguro de que puede, de que no le cuesta. Si te piden fe, di que la tienes; no tienes salud pero tienes fe, toda la que necesita el milagro para hacerse realidad, pero aumentarla hasta que se convierta en un grano de mostaza; entonces moverás montañas.

Si quieres, puedes curarme. Sabes que quiere y sabes que puede; por eso de un momento a otro sentirás sanos tu cuerpo y tu alma.Quiero, queda limpio" esas palabras anhela tu alma.

Y quedó curado el leproso. Así quieres quedar tú curado, el otro leproso del alma. Quieres sentirte limpio y puro, sentir tu alma de niño, como cuando salió de sus manos un día que te amó infinitamente.


Autor: P. Mariano de Blas

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Hoy di: ¡Gracias, Padre!


Gracias por el don de la existencia. Gracias por haberme hecho a tu imagen y semejanza. Gracias por el don gratuito de tu amor.

Hoy sé un hijo agradecido.

Levanta la mirada y dile gracias al Creador del universo:

Padre:

Gracias por el don de la existencia.
Gracias por haberme hecho a tu imagen y semejanza.
Gracias por el don gratuito de tu amor, gracias por amarme como soy.
Gracias porque me has dado ojos para ver,
oídos para escuchar, manos para acariciar,
inteligencia para conocer la verdad, voluntad para buscar el bien,
corazón para amar y para hacerlo tu morada.
¡Mi corazón: templo de la Trinidad! ¡Cosa maravillosa!

Gracias por la capacidad de asombro que me diste.
Gracias por mis padres, por mi familia, por tener un hogar que me cobija.
Gracias por los amigos fieles y también por los que me han hecho sufrir.
Gracias por los tiempos dolorosos de mi vida,
por dejarme sentir la soledad para venir luego a colmarla con tu misericordia.
Gracias por quienes rezan por mí.
Gracias por la vocación y misión que me confiaste.
Gracias por haber puesto tu mirada en mí, gracias por confiar en mí.
Gracias por tantas experiencias bellas de mi vida.
Gracias sobre todo por la experiencia del amor de Cristo.
Gracias por haberlo enviado a vivir con nosotros como uno de nosotros,
para revelarnos tu rostro, redimirnos y trazarnos el camino.
Nos amó hasta el extremo,
nos dio como Madre a María Santísima,
se quedó para siempre en la Eucaristía,
y al final nos entregó a su mismo Espíritu, fuente del mayor consuelo.
Gracias por mi bautismo, por mi Madre la Iglesia,
por mi ángel de la guarda y por esperarme con los brazos abiertos en el cielo.
Gracias por tu paciencia conmigo,
gracias por perdonarme siempre y por seguirme amando sin guardar resentimientos.
Gracias por la vida y por la eternidad que me espera.
Una y mil veces: ¡Gracias Padre!

Autor: P. Evaristo Sada

lunes, 2 de septiembre de 2013

Trabajar con un fin bueno

El camino de cada ser humano transcurre entre cientos de pequeñas y grandes decisiones. Escoger bien permite trabajar con fines buenos.
Todo lo que hacemos busca una meta. A veces, simplemente, tener la casa en orden. Otras veces, ahorrar en vistas al futuro. Con frecuencia, "cumplir" con las peticiones del jefe de trabajo, de un familiar o de un amigo.

Trabajamos siempre con un fin. Pero, ¿todos los fines tienen la misma importancia? ¿Hay algunas actividades que podríamos dejar de lado para escoger otras que tengan un fin más noble, más justo, más bello?

Hacer una jerarquía de fines permite hacer una jerarquía de ocupaciones. Quien no tiene claro qué sea lo más importante y qué sirve sólo para "matar el tiempo" no será capaz de escoger según proyectos buenos.

Otras veces la jerarquía está bien establecida, pero nos faltan energías interiores para acometer lo importante y para dejar de lado lo superfluo. En esos casos, basta una breve insinuación en la pantalla de la computadora para que al final dediquemos minutos y minutos a una tontería y dejemos de hacer aquello que realmente merecía nuestro tiempo y nuestro esfuerzo.

El camino de cada ser humano transcurre entre cientos de pequeñas y grandes decisiones. Escoger bien permite trabajar con fines buenos. Escoger mal nos lleva a perder, aquí en la tierra y también en el mundo futuro que nos espera.

¿Qué voy a hacer hoy? ¿En dónde invertiré mi vida? ¿Cómo distinguir entre amores buenos y caprichos engañosos que me desgastan y me consumen sin sentido?

Desde el cielo, Dios me pide que oriente bien mis pasos. En la tierra, familiares y amigos esperan, a veces en silencio, que les ayude y acompañe desde las fuerzas que vibran en mi alma.

Un nuevo día está en mis manos. Si me dejo guiar por el amor a Dios y al prójimo, empezaré a trabajar por fines verdaderamente buenos.


Autor: P.Fernando Pascual LC 
Fuente: Catholic.net

10 diferencias entre un jefe y un líder

Conoce las diez diferencias que existen entre un jefe y un líder? Considérelas.

1- En un grupo, el jefe inspira temor y el líder genera confianza.

2- El jefe dice YO, El líder dice: Nosotros.

3- El jefe sabe por qué debe hacerse una tarea. El líder muestra cómo se debe forjar una carrera.

4- El jefe se basa en la autoridad. El líder se basa en la cooperación.

5- El jefe dirige. El líder guía.

6- El jefe echa culpas. El líder soluciona los problemas y arregla los errores.

7- El jefe ordena por sobre el problemático 10% de la fuera laboral. El líder trabaja codo a codo con el 90% que coopera.

8- El jefe suele hacer que crezca el resentimiento. El líder promueve que crezca el entusiasmo.

9- El jefe hace que el trabajo sea monótono. El líder hace que sea interesante.

10- El jefe ve los problemas y los desastres que pueden destruir a la empresa. El líder ve los problemas como oportunidades para que el equipo de trabajo los supere y los convierta en ocasiones para crecer.

¿Es usted jefe o líder?
Recuerde la diferencia que existe entre un jefe y un líder: El jefe dice: ¡Vayan!, y el líder dice: ¡Vayamos!

Números 13:30 ¡Pues vamos a conquistar esa tierra! ¡Nosotros podemos conquistarla!

sábado, 31 de agosto de 2013

Vosotros sois la sal de la tierra

La sal era algo muy escaso y por lo tanto valioso en la época del Señor Jesucristo. La historia cuenta que a los soldados romanos se les pagaba con sal.

El Señor comparó a sus discípulos con la Sal, dando a entender lo valioso e importantes que ellos eran.

De los siervos y siervas que actualmente cumplen con el mandato del Señor Jesús de dar a conocer Su Evangelio, podemos decir que hoy día son la sal de la tierra.

Entre las funciones de la sal:

La Sal da sabor, como hijos de Dios nos corresponde darle sabor a este mundo, a esta vida, hacer de lado la amargura de muchas personas que tal vez han perdido ese sabor por vivir ante las dificultades que enfrentan cada día.

La sal produce sed, si somos considerados sal de la tierra nos corresponde despertar en las personas esa sed de Dios, por que cuando logremos despertar esa sed en ellos vendrán a clamar como la mujer Samaritana – Señor dame de beber de esa agua – así cuando ellos clamen se encontraran con un río de aguas vivas que saltan para vida eterna. Si alguno tiene sed venga a mí y beba.

La sal es pura, no permite que ningún microbio viva en ella, el hijo de Dios debe esforzarse por mantenerse puro y lleno de santidad conforme al mandato de Dios.

La sal cura las heridas, como sal de la tierra es nuestra obligación llevar esa Palabra que sane y cura las heridas espirituales de este mundo.

La Sal es Preservadora, el Señor a entrego su doctrina a sus apóstoles, solo a ellos les permitía conocer y entender sus verdades espirituales para que ellos al recibirlas las preservaran y ordenaran que fueran preservadas.
Si somos sal de la tierra nos corresponde preservar pura la doctrina dejada por el Señor Jesucristo. 

"Vosotros sois la sal de la tierra; y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres". Mat 5:13 

Entonces ¿es usted sal de la tierra?

viernes, 30 de agosto de 2013

EL Abecedario del Amor

Podríamos profundizar en lo que es el amor, si a cada vocal o consonante del abecedario le pusiéramos las características de lo que es y debiera ser el amor porque él, en sí mismo encierra su propio abecedario.

A DE APRECIO
Apreciar al ser que se ama es darle su valor, es considerarlo digno de afecto y de reconocimiento.
Se ama a la persona humana, rica siempre -no obstante sus defectos y limitaciones- en cualidades y potencialidades a las que el amor deberá de ayudar a desarrollarse a lo largo del tiempo.
Se aprecia a la persona por lo que es, independientemente de lo que tiene y de su apariencia externa.

B DE BÚSQUEDA
El amor es una continua búsqueda del bien para el ser amado. Para ello es preciso conocerlo, descubrir su riqueza interior, encontrar los medios para su crecimiento y desarrollo hacia la plenitud de su ser.
El amor es una aventura hacia el descubrimiento de la grandeza y trascendencia de la persona humana.

C DE COHERENCIA
Decir lo que se piensa y vivir lo que se dice, eso es la coherencia.
Vivir y tratar de vivir siempre lo que se promete es ser coherente.
La coherencia en el amor es la unión íntima de dos seres entre sí, el esfuerzo por realizar, a costa de cualquier dificultad, el compromiso de entrega asumido en el momento del encuentro y de la decisión de donarse recíprocamente.
La coherencia es signo de madurez en el amor.

D DE DIÁLOGO
El amor es comunicación.
Es el encuentro íntimo de dos personas, el diálogo constante de dos mentes, dos voluntades, dos corazones... dos cuerpos.
A través de gestos y palabras se establece un dinamismo de comunicación y escucha que lleva al conocimiento recíproco, a la valoración y, de ahí, a la entrega auténtica.

E DE ESPERANZA Y ENTREGA
Así como el amor produce esperanza, confianza en el otro y en el futuro de los dos, la falta de éste causa apatía, desinterés, desconfianza y desaliento.
El entusiasmo por la vida nace de una actitud de amor sincero y de entrega a los demás.
El amor es entrega porque es ponerse en manos del otro, regalándose y dedicándose a él.
La entrega es el llamado más hondo y sublime de la naturaleza humana, por eso el hombre está llamado a amar, como su misión más alta y prioritaria en la vida.

F DE FIEL Y FECUNDO
Ser fiel es ser leal con el otro.
El verdadero amor no puede dejar de ser fiel ya que es don de sí mismo al otro y, cuando se hace un regalo, no se pide -luego de algún tiempo- su devolución.
Además el amor es fecundo porque produce y se reproduce, mientras que el egoísmo destruye y acaba con la dignidad del otro.

G DE GENEROSO
La generosidad implica nobleza y sinceridad, implica darse sin medida, sin conveniencias.
Quienes del amor hacen un negocio, un trato interesado, devalúan el arte de dignificar a la persona humana y pisotean una de las cualidades que elevan al amor y lo colocan por encima de cualquier otra actividad.

H DE HUMILDE Y HONESTO
El amor no es egoísta ni soberbio sino humilde servicio a la persona amada, reconociendo en ella un don digno de ser cuidado con lo mejor de sí mismo.
Para que el amor sea auténtico, se necesita reconocer los propios defectos y las cualidades del otro con sinceridad y honestidad aunque a veces cueste aceptarlo.

I DE INVITACIÓN
El amor es una invitación a crecer en todos los aspectos, es invitar al otro a ser mejor, es ofrecer un camino de realización personal.

J DE JOVEN
La juventud no consiste tanto en la edad corporal, cuanto en un estado de vitalidad y renovación interior, aunque esta palabra se use más por determinar una época de la vida que para otra cosa.
Por eso el amor es joven por ser y tener que ser siempre nuevo.

L DE LUZ
Luz en el amor significa saber iluminar y guiar la vida de la persona amada.
Quien se acerca a un hombre o a una mujer que ama, descubre un manantial de vida para su existencia y claridad para el camino y la meta de su vida.

Ll DE LLAMADO
En el amor existe un llamado constante a la persona amada para que sea luz, y a la vez es una llamado personal a ser luz para nuestra pareja.

M DE MOVIMIENTO Y META
El amor es dinámico, es actividad continua en bien del otro, es esfuerzo efectivo para edificar su personalidad, implica variedad en sus manifestaciones y evita la rutina en el transcurso del tiempo.
Meta, además, porque el amor en sí es un gran objetivo por alcanzar.

N DE NÚCLEO
El amor es el núcleo de la vida misma. Hay un dicho que dice así: "el que no ama no vive", porque el ser humano está llamado a amar y amando es como construye la vida, crece en su personalidad y a la vez ayuda a crecer al otro.

O DE OPTIMISTA
El amor no puede dejar de ser optimista, aunque no deje de ser realista.
El optimismo implica la esperanza y la ilusión de un futuro mejor para sí y para la persona amada.
Optimismo que se fundamenta en la fuerza misma del amor como cualidad trascendente del ser humano, como capacidad superior a cualquier otra.

P DE PERSEVERANCIA
Es tener firmeza y constancia en mantener lo prometido.
De nada sirve emprender un camino si no se llega al término del mismo.
La grandeza de un hombre y de una mujer se encuentra en su capacidad de ser perseverantes en el esfuerzo de donarse sin límites a través del tiempo.

Q DE QUERER
Amar es querer con la fuerza de voluntad más que con los sentimientos.
Es la expresión más auténtica de la decisión libre y personal de buscar el bien del otro.

S DE SACRIFICIO Y SILENCIO
El amor exige el sacrificio entendido como ofrenda, como don, y esto implica callar el propio egoísmo, sin dejar de exigir lo que en justicia corresponde.

T DE TRABAJO
El amor no puede dejar de ser trabajo, acción continua, esfuerzo constante por lograr su culminación en cada instante, no sólo al final de la vida.

U DE ÚNICO Y UNIVERSAL
El amor es único porque no es repetible, y al mismo tiempo es universal porque es común a todos y dirigido hacia todos.
El ser humano puede y necesita amar, y cada uno ama de forma única.

V DE VALIENTE
Para amar se necesita mucho valor, se necesita "garra" y valentía frente a una mentalidad adversa, que ha desvirtuado el sentido del amor y lo ha convertido en una expresión más del egoísmo.

Z DE ZUMO
El amor es el jugo de la vida, es lo que da sabor a la lucha y al esfuerzo diario, es el alimento de la propia historia.

Después del abecedario se antoja una pregunta... ¿Vale la pena vivir? ¡Sí! porque podemos amar.
Por Luciana Brescacin

jueves, 29 de agosto de 2013

Construye tu vida sembrando amor

Lo que siembres tu vida, eso te devolverá, así que elige semillas buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más bellas.

A lo largo de la historia hemos conocido grandes hombres, hombres que han dejado una huella imborrable, y que su presencia ha marcado la vida de muchas personas; me viene a la mente el Papa Juan Pablo II, ¡quién no recuerda sus palabras, sus gestos, sus miradas! todo nos reporta la presencia de Dios en su vida y cómo todo lo hizo con amor.

Tenemos la figura única e irrepetible de Cristo, que como nos dice el Evangelio "pasó haciendo el bien" (Hch 10, 38), "Él es el Camino la Verdad y la Vida" (Jn 14,6), una vida dedicada a los demás, uscando el bien humano y trascendente de cada hombre, ¡cuántos hombres que conociendo el mensaje de Jesús, se han dedicado a sembrar con amor el bien!, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola S.I., la Madre Teresa de Calcuta. Hoy nos toca a ti y a mí, por eso te dejo este mensaje, para que lo reflexiones.

La vida es un jardín; lo que siembres en ella, eso te devolverá, así que elige semillas buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más bellas.

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada, es una simiente; cada una tiene en sí el poder vital y germinativo.

A menudo sembrarás llorando, pero ¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que germine?

Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más profundas para que tu rosal resista mejor lo que habrá de venir. Y cuando tus hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas.

¿Rompió el alba y ha nacido el día? ¡Salúdalo y Siembra!

¿Llegó la hora cuando el sol te azota?
¡Abre tu mano y arroja la semilla!

¿Ya te envuelven las sombras porque el sol se oculta?
¡Eleva tu plegaria y Siembra! y cuando llegue el atardecer de tu vida, enfrentarás la muerte con los brazos cargados y una sonrisa de satisfacción.

Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una simiente. Procura siempre: "Una Siembra de Amor". Al final de la vida, cuando nos pidan cuentas, nos pedirán cuentas del amor, de lo que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Autor: P. Dennis Doren L.C. 
Fuente: Catholic.net

Qué es la virtud. Tipos de virtudes


Las virtudes como camino para vivir cerca de Dios y cumplir con nuestra misión aquí en la Tierra.
 
Qué es la virtud. Tipos de virtudes
Qué es la virtud. Tipos de virtudes
El hombre fue creado por Dios para vivir eternamente en amistad con Él. Por lo tanto, el hombre está destinado a la vida eterna y debe vivir de cara a ella.

Para alcanzarla se necesita la gracia que Dios nos otorga. En otras palabras, Dios es quien da la santidad. Pero como Dios, siempre, va a respetar la libertad, alcanzar la santidad implica una respuesta de parte del hombre.

La santidad es la identificación con Cristo en el cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios, mediante el ejercicio de las virtudes.

Las virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien. Podemos tenerlas desde que nacimos o podemos adquirirlas después. Son un medio muy eficaz para colaborar con Dios, pues implican que hemos decidido, libre y voluntariamente, hacer el bien, es decir, cumplir con el plan de Dios.

La virtudes la disposición habitual y firme de hacer el bien y se adquiere por repetición de actos o por un don de Dios.

La virtud permite a la persona no sólo hacer el bien, sino dar lo mejor de sí misma. La persona debe de superarse siempre como hombre y como cristiano.

El objetivo de una vida virtuosa es llegar a ser semejantes a Cristo, no es un perfeccionismo, donde la persona elimina defectos porque considera que no debe de tener tal o cual falla, esto sería un vanidoso mejoramiento de sí mismo. Tampoco es un narcisismo de verse bien, que todos piensen que es lo máximo. La virtud no es una higiene moral por la cual limpio mi persona.

Las virtudes son hábitos operativos, es decir, hay que actuarlos. No se trata de tener buenas intenciones, "pensar tengo que ser más ordenado", hay que ser más ordenado.

Por ello es que el hombre debe encauzar las pasiones para ser un hombre íntegro. Porque las virtudes de adquieren por medio de actos virtuosos.

La perfección de la que hablamos es un crecimiento armónico de toda la personalidad, por eso al crecer en una virtud crecen las demás porque el ejercicio de una virtud implica la práctica de otras. La laboriosidad exige ser ordenado, responsable, etc. La paciencia implica la tolerancia, la aceptación, la flexibilidad, etc.


Diferencias entre virtud y valor.

Hoy en día se admira a las personas que ganan mucho dinero, a las grandes estrellas de la televisión o de la música, a los grandes deportistas.

Todas estas personas realizan actos buenos. Estos actos son buenos en sí mismos y tienen un fin bueno, pero no nos hacen crecer como hombres. No podemos asegurar que un jugador de basquetbol de fama mundial sea mejor persona que nosotros, únicamente porque él sabe meter canastas de tres puntos y nosotros no.

Las habilidades físicas, deportivas o intelectuales, ciertamente son dones que hay que desarrollar con esfuerzo, pero que por sí mismas, no nos convierten en personas mejores, sino únicamente en mejores pianistas, deportistas o matemáticos.

También, hay que distinguir las virtudes de los valores humanos. Los valores están orientados al crecimiento personal por un convencimiento intelectual: sabemos que si estamos limpios, seremos mejor aceptados por los demás; sabemos que si mantenemos ordenadas nuestras cosas, podremos encontrarlas cuando las busquemos.

Los valores son bienes que la inteligencia del hombre conoce, acepta y vive como algo bueno para él como persona.

Las virtudes son acciones que nacen del corazón y están orientadas directamente a un bien espiritual. Estas nos hacen crecer como personas, a imagen de Dios.

Las virtudes nos llevan a la perfección, pues disponen todas nuestras potencias, todas nuestras cualidades, nuestra personalidad entera, para estar en armonía con el plan de Dios; orientan toda nuestra persona, no sólo nuestros actos, hacia el bien.

Para entender mejor la diferencia entre valor y virtud, analicemos cómo cambia un valor de acuerdo con las circunstancias que lo rodean. Son diferentes:
- una persona que cuida a su tía enferma porque quiere su herencia.
- una persona que cuida a su tía enferma porque ésta le cae muy bien.
- una persona que siempre está dispuesta a cuidar a cualquier enfermo, aún sin conocerlo, por amor a Dios y a los hombres.

Aunque la acción es la misma en los tres casos, solamente la tercera es una virtud, por ser habitual y permanente. En los otros dos casos, la persona vive el valor del servicio. En el tercero, la persona tiene la virtud del servicio.

Las habilidades están orientadas a “hacer bien” algo específico. Nos hacen ser mejores en algo, pero no mejores como personas.

Los valores humanos son un bien que la inteligencia humana toma como tal. En sí mismos son neutros, y dependen del uso que les demos. Puestos en práctica, los valores nos hacen crecer como personas.

Las virtudes están orientadas a cumplir el plan de Dios. Su fin es hacer siempre el bien, independientemente de las circunstancias. Nos hacen crecer como personas, nos perfeccionan, nos santifican y edifican la sociedad por ser algo habitual y permanente.


Tipos de virtudes"

Virtudes humanas: son rectos comportamientos según la ley natural. Perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Se adquieren mediante el esfuerzo humano. Ej. Lealtad, orden, diligencia, solidaridad, respeto, gratitud, etc.

Pero para alcanzar la salvación no bastan las virtudes humanas naturales, alcanzar la vida eterna no es posible sin la ayuda de Dios y la acción del Espíritu Santo.

Virtudes cardinales: son las virtudes humanas más importantes. Se llaman “cardinales” porque son los ejes en torno a los cuales giran las demás. Cardine en latín, significa el eje de la puerta. Son: la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza.

Virtudes cristianas: Son rectos comportamientos según el ejemplo de Cristo en el Evangelio. Podríamos mencionar la mansedumbre.

Virtudes teologales: son las que se reciben de Dios por su acción sobrenatural en el alma. Fe, esperanza y caridad.

Virtudes evangélicas: son especiales acentos del Evangelio entre muchas virtudes que practicó nuestro Señor Jesucristo. Por ejemplo la humildad, la castidad, la pobreza.

Todo lo que sea contrario a la virtud son malos hábitos, que llamamos vicios.


Virtudes cardinales

Prudencia: es la capacidad de conocer, en cada circunstancia, lo que se debe hacer o evitar para conseguir un fin bueno, y elegir medios apropiados para realizarlo. Para guiar el juicio de la conciencia, aplica los principios morales al caso particular.

El hombre prudente decide y ordena según este juicio. Esta es la virtud por excelencia.

Para ejercer la prudencia hay 8 partes integrales que son muy importantes. Cinco pertenecen a lo intelectual y tres a la práctica:
Memoria: recordar los éxitos y fracasos del pasado ayuda a orientar sobre lo que hay que hacer. La experiencia es madre de la ciencia.
Inteligencia: conocer el presente nos ayuda a discernir sobre lo bueno o malo, conveniente e inconveniente.
Docilidad: saber pedir y aceptar consejo de personas que saben más. Nadie puede saber todas las respuestas.
Sagacidad: disposición para resolver los casos urgentes cuando no hay tiempo de pedir consejo.
Razón: cuando después de una meditación madura se resuelven casos por sí mismos.
Providencia: parte principal de la prudencia, igual a providencia, es fijarse en el fin que se pretende. Para actuar con prudencia hay que ordenar los medios al fin.
Circunspección: es tomar en consideración las circunstancias para juzgar según ellas, si es conveniente o no hacer o decir algo. Hay ocasiones en que lo que se pretende es bueno y conveniente, pero debido a las circunstancias, puede resultar negativo. Ej. Corregir a alguien cuando hay personas ajenas presentes.
Cautela o Precaución: ante los impedimentos externos que pueden ser obstáculos para conseguir lo que se pretende. Ej. Evitar la influencia de las malas compañías.

Habrá momentos en que se podría prescindir de alguna de estas cosas, pero si lo que se pretende es importante se deben tomar en cuenta todas ellas. ¡Cuántas imprudencias se cometen por no tomarse el trabajo de hacerlo!.

La prudencia se ejerce no solamente en lo personal, sino que también tiene una parte social que se dirige al bien común y abarca el gobierno, la política, la familia y lo militar.

Pecados contra la prudencia:
No buscar a Dios como valor supremo.
La imprudencia que se divide en tres:
La precipitación que es actuar inconsiderada y precipitadamente, guiados por la pasión o capricho.
La inconsideración por la cual se desprecia o se descuida el atender las cosas necesarias.
La inconstancia que es abandonar los propósitos por motivos sin importancia.

La imprudencia nos puede llevar a aceptar una circunstancia que nos aleja de Dios. O a buscar a Dios en un medio que no conduce a Él.

La negligencia que supone la falta de interés por actuar eficazmente en lo que debe hacerse. Es diferente de la inconstancia porque en ella no hay ni siquiera el interés por actuar. Cuando se refiere a algo pertinente a la salvación, el pecado de negligencia es grave. No toda negligencia es pecado contra la prudencia.

El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don de consejo.

La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido.

Es la virtud que equilibra nuestro trato con las demás personas. Es una virtud muy compleja, una madeja con muchos hilos.

Para que se diga que alguien es justo hay que apartarse de cualquier mal que dañe al prójimo o a la sociedad y hacer el bien debido al otro. No basta con no hacer un mal, sino que hay que darle lo que se merece.

Tipos de justicia:
Conmutativa: dar a cada uno lo que merece. Y lo puede merecer por contrato o por derecho adquirido.
General o legal: dar a la sociedad lo necesario para obtener el bien común. Ej. Pagar impuestos para que haya hospitales.
Distributiva: dar lo necesario a cada miembro de la sociedad, según sus derechos naturales o adquiridos.
Social: proteger los derechos naturales de la sociedad y de sus miembros. Es decir, ni defender tanto a la sociedad que se perjudique a los ciudadanos, ni defender tanto los derechos de los individuos que perjudiquemos a otros y a la sociedad.
Vindicativa: restablecer la justicia lesionada. Porque quien perjudica los derechos de otros tiene el deber de repararlos.
El don del Espíritu Santo correspondiente a esta virtud es el don de piedad.

La fortaleza: es la virtud que asegura la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien, superando los obstáculos que se presentan en el cumplimiento de las propias responsabilidades.

Cualquier hombre de bien puede tener esta virtud, pero en el caso del cristiano esta virtud tiene que estar cimentada en el amor a Dios.

Pecados contra la fortaleza:
La pereza, que es madre de todos los vicios.
La comodidad excesiva, la ley de menor esfuerzo.
La impaciencia, la inconstancia, la terquedad, la insensibilidad o dureza de juicio, la ambición, la vanagloria, la presunción, la pusilanimidad.
El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don de la fortaleza.

La templanza es la virtud que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad.

Cuando decimos moderar nos referimos a controlar, no a reducir la cantidad. No hay templanza en emborracharse sólo una vez cada tres meses, sino en saborear el alcohol sin perder el dominio sobre sí mismo.

Hablamos de equilibrio, porque hay sistemas espartanos que llevan a la excesiva rigidez y provocan verdaderos trastornos en la personalidad.

Los medios que ayudan a vivir la virtud de la templanza son:
Vigilar: porque los instintos no mueren.
Orar: porque el pecado original nos ha desequilibrado y la concupiscencia actúa.
Sacrificio, porque los instintos hay que disciplinarnos con esfuerzo y continuidad. Hay que caminar por la “senda derecha”.
El don del Espíritu Santo que corresponde a esta virtud es el don del temor. 

¿Cómo adquirir las virtudes?

Las virtudes no se adquieren de un día para otro, sino mediante el esfuerzo diario, la repetición de actos buenos que nacen del corazón, pero no sólo eso: forzosamente necesitamos de la ayuda de Dios, pues es muy fácil que, debido al ambiente o la distracción, las utilicemos sólo para nuestra propia conveniencia y nos quedemos sólo en los valores humanos.

Es cuestión de proponérnoslo y trabajar en ello. No nos dejemos vencer por la cobardía, por los fracasos, por el respeto humano. Necesitamos ser tenaces y perseverantes, esforzándonos continuamente por superarnos. Confiando y aprovechando las gracias que Dios nos puede dar.

Si hacemos esto todos los días, nos daremos cuenta, de pronto, de que ya hemos alcanzado las virtudes que tanto deseábamos y muchas otras que ni siquiera habíamos imaginado.

Algunas personas te podrán decir que las virtudes son propias de los santos pero no de las personas como nosotros. Que Dios ayuda a los santos y como magia se convierten en personas virtuosas. Recuerda que las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Requieren de nuestro esfuerzo y constancia. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1803-1845

Lectura complementaria:
Lumen Gentium nn 42 y 65

miércoles, 28 de agosto de 2013

Al orar tenemos que escuchar


Cada vez que ores, no solo hables, escucha lo que Dios quiere decirte. 

Un aprendiz de oración caminaba por el desierto completamente confundido. Había frecuentado el contacto con diversos maestros y ya había pertenecido a un buen número de escuelas. Cada una defendía cosas distintas y el aprendiz ya no sabía qué era lo más importante en la oración. Decidió que lo único que le quedaba por hacer en su confusión era dirigirse a Dios.

- ¡Señor, ilumíname! -dijo suplicante- Unos me dijeron "No pienses en nada y repite letanías sin interrupción... verás que sentirás la liberación interior"...

-¿Y lo hiciste? -le dijo Dios.

- Sí, Señor, lo hice durante meses hasta que se me secó la boca y tuve que abandonar esa escuela.

- ¿No encontraste ninguna otra? -preguntó Dios, interesándose.

- ¡Oh, sí, Señor, muchas más! Fui a otra donde me dijeron: "Tranquilízate, haz vacío en tu interior y encontrarás a Dios", pero en el vacío sólo estaba yo mismo y como te buscaba a ti y no a mí, comencé a dudar también de esa escuela...

- Bueno, quizás haya otras...

- Sí, sí Señor, no creas que ésta fue la última. Visité muchas más; aprendí una gama enorme de posiciones para orar, y me hice experto en posiciones pero no en oración... y así recorrí otras tantas pero aún no sé qué hacer para orar. He llegado a convencerme de que no puedo orar y vengo a decirte que ya no me lo pidas más en mi interior.

- ¿No te di yo boca y oídos? -susurró Dios suavemente

- Sí, Señor... -dijo el principiante, que no esperaba este interrogante- pero dime de una vez, Señor mío; qué es más importante ¿escuchar o hablar?

- ¿Cuántas bocas te di?

- Una.

- Y ¿oídos?

- Dos.

- Entonces, ya lo sabes...

¡Interesante dato! Orar es hablar con Dios, pero lo más importante en esa conversación es la escucha...
Si quieres unirte con Dios; escucha su Palabra, dialoga... y vuelve a escuchar.



Autor: P. Miguel Segura 
Fuente: Catholic.net

martes, 27 de agosto de 2013

La Oración - Tiene sentido orar?

¿Tiene sentido orar? ¿De qué sirve la oración? Hay personas que sonríen al oír estas preguntas y piensan que orar es un monólogo mediante el cual la gente trata de persuadirse de ciertas cosas.

Pero no es cierto. Orar, es decir, hablar con el Dios viviente, eterno, todopoderoso, es algo indispensable para el creyente. Él tiene que hablar con su Dios y se le permite hacerlo, porque Dios oye y contesta las oraciones. Pero hay algo que Dios desea de nosotros: que oremos confiando en su amor y omnipotencia, dejando en sus manos la manera en que vaya a responder.

Al lado de la oración, que a menudo la convertimos en un pedido a nuestro favor, Dios nos concede la posibilidad de interceder, es decir, de orar por los demás. No nos cuesta orar por los que amamos y apreciamos, pero el Señor Jesús exige también que intercedamos por los que no nos quieren o nos hacen daño. Si nos dejamos mover por el amor de Dios, también podremos hacer tales intercesiones.

Existe aún otro motivo para hablar con Dios: el agradecimiento. Debemos darle las gracias por todo lo que nos dio mediante el Señor Jesús y por todo el bien y cuidado que recibimos diariamente de su parte. Estrechamente ligada con el agradecimiento está la alabanza.

Podemos celebrar a Dios por lo que él es y por lo que nos permite experimentar. Y ¿cuál es el resultado, cuando nuestra oración llega a ser alabanza y loor? Hará que nuestros corazones estén felices. 

Salmo 65:2:  Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.

Salmo 32:6:  Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado.

De La Buena Semilla

Reflexión

No es que ya no tenga deseo de escribir o palabras para hacerlo, la verdad es que no tengo una razón. Pero al finalizar este año he estado m...